Licenciada en traducción e interpretación por la Universidad de Málaga y máster en traducción médico-sanitaria por la Universitat Jaume I, Rocío Luque Merino colabora con la asociación malagueña AIVE (Asociación de Intérpretes Voluntarios para Enfermos) como intérprete de enlace en el Hospital Regional Universitario «Carlos Haya», labor, sin duda, de sumo interés para esta bitácora.
Blanca Mayor: Debido al creciente número de inmigrantes y turistas procedentes de diversos países —muchos de ellos alófonos o con escasos conocimientos de nuestra lengua—, en los últimos años ha ido cobrando mayor importancia en los hospitales y centros de salud españoles la figura del intérprete ya sea de modo presencial, ya por telefonía fija o móvil. ¿Puede describirnos sus funciones como intérprete de enlace en el Hospital Regional Universitario Carlos Haya?
Rocío Luque: En primer lugar, me gustaría aclarar el concepto de interpretación de enlace, ya que no comparte la características de la interpretación simúltanea o consecutiva. A diferencia de estas dos, el intérprete de enlace actúa de vínculo entre dos o más personas en un espacio limitado como podría ser, en mi caso, la consulta del médico o la habitación de un paciente. Su labor, por lo tanto, es interpretar la conversación entre el médico y el paciente (o familiares, si los hubiese) respetando los turnos de palabra correspondientes.
Mi labor como voluntaria de esta organización es interpretar las conversaciones entre médicos y pacientes en los casos que se planteen problemas de comprensión. Para ello, cada mañana revisamos la lista de los pacientes ingresados y comprobamos su procedencia para, posteriormente, visitarlos en sus habitaciones, darles a conocer nuestros servicios en el hospital y aclarar cualquier problema de comunicación. También contamos con un busca por el que nos contacta el personal del hospital cuando necesita nuestros servicios, por lo que también cubrimos urgencias y las consultas externas.
Cada día de la semana acude al Hospital Regional Universitario Carlos Haya un voluntario diferente con una combinación distinta de idiomas. Si bien se admiten todos los puentes lingüísticos posibles, todos los voluntarios debemos tener una lengua común de interpretación: el inglés. Esto se debe a que a la mayoría de los pacientes son anglófonos, seguidos de los germanoparlantes y los francófonos.
Por otra parte, podemos afirmar que entre el Hospital Regional Universitario Carlos Haya y el Hospital Universitario Virgen de la Victoria —donde también se ofrece este servicio— se cuenta con un total de 13 idiomas disponibles para el paciente extranjero.
B.M.: ¿Qué opinión le merecen los llamados «intérpretes ad hoc», es decir, amigos y familiares de pacientes, y miembros del personal sanitario conocedores de las lenguas en contacto pero sin formación alguna en este ámbito?¿Cree que son una alternativa eficaz para superar las barreras lingüísticas y culturales entre el personal sanitario y los pacientes?
R.L.: Cuando una persona se encuentra ingresada en un país cuyo idioma no conoce y tiene la oportunidad de comunicarse con alguien que conozca —aunque levemente— su lengua, poco le importa si esta persona tiene una formación previa o no. Es decir, siempre es aconsejable que el intérprete conozca los mecanismos y estrategias de la profesión, pero dada la situación, a veces informal, en la que nos encontramos, considero que basta con un buen conocimiento de idiomas y nociones de medicina general, por lo que estos «intérpretes ad hoc» sí constituyen una alternativa eficaz. De hecho, muchos de los miembros de AIVE son parientes de familiares que comenzaron ayudando a sus conocidos en situaciones hospitalarias y solo contaban con conocimientos de idiomas y ganas de ayudar a los demás.
B.M.: ¿Qué aptitudes son necesarias para ejercer de puente lingüístico y cultural en el ámbito hospitalario?
R.L.: Considero que, además de dominar las lenguas de trabajo en el momento oportuno, es esencial reconocer el registro que hay que usar con el paciente, a menudo confuso, desorientado y perdido en lo que es, para él, un medio hostil. Por otra parte, en muchas ocasiones el paciente necesita sentirse escuchado con compasión mientras se lamenta por su situación en un ambiente y país que desconoce. En casos como este, podemos aliviar su situación con unas simples explicaciones sobre el funcionamiento del hospital en España, información que no se proporciona normalmente por el personal sanitario convencional.
B.M.: ¿Qué estrategias utiliza para traducir la, a veces, compleja y árida prosa del personal sanitario en un lenguaje inteligible para el paciente?
R.L.: Los médicos son conscientes de que tanto nosotros, los intérpretes, como los pacientes hospitalizados no conocemos en profundidad la terminología médica, por lo que siempre plantean explicaciones que ambas partes (emisor y receptor) podemos comprender, facilitando de este modo la comunicación entre los participantes. Es más, cuando ven que el intérprete tiene dificultades para expresar un término específico, rápidamente intervienen proporcionando un sinónimo u otra forma más sencilla de expresar su discurso: el objetivo es asegurarse de que el paciente lo ha comprendido todo.
B.M.: Y, por último, ¿qué problemas le suele plantear la jerga popular de los pacientes? ¿Cómo logra solventarlos?
R.L.: Cuando aprendemos un idioma siempre nos enseñan el nivel estandarizado de la lengua, no los distintos tipos de registros de su país. Sin embargo, en la práctica, no queda más remedio que prestar más atención y preguntar sin reparo alguno «Sorry?» cuantas veces sean necesarias para que el paciente solvente todas sus dudas.
Sin lugar a dudas, el problema de comunicación no se presenta cuando el paciente hace uso de la jerga, sino cuando se encuentra intubado o padece de alguna enfermedad grave que le impida expresarse con normalidad. En estos casos, debemos otorgarle más importancia al bienestar del paciente y su recuperación, y solo insistiremos en dialogar con él si es de vital importancia.
Dirección para correspondencia: rluquemerino@gmail.com, @RLTraduceme.