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La especial dificultad de la traducción de telemedicina

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La telemedicina, conocida también como telesalud, eSalud, salud digital, cibersalud o con la complicada expresión «aplicaciones telemáticas para la salud»[1] (en inglés, telemedicine, eHealth, mobile health, mhealth, health informatics) es, según la definición de la OMS (Organización Mundial de la Salud), «el apoyo que la utilización costoeficaz y segura de las tecnologías de la información y las comunicaciones ofrece a la salud y a los ámbitos relacionados con ella, con inclusión de los servicios de atención de salud, la vigilancia y la documentación sanitarias, así como la educación, los conocimientos y las investigaciones en materia de salud»[2].

Es un campo increíblemente amplio cuyos límites son un tanto difusos, sobre todo porque conforme aparecen nuevas aplicaciones de las TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones) a la medicina se amplía su significado. Si tomamos el término en su acepción más amplia, podemos considerar que entran en el ámbito de la telemedicina desde aplicaciones instaladas en nuestros dispositivos móviles con las que podemos registrar nuestro peso o frecuencia cardiaca hasta sistemas para conectar a pacientes o médicos de zonas rurales o de países en desarrollo con especialistas de grandes hospitales situados a miles de kilómetros.

Ya en la propia definición de la OMS distinguimos distintas aplicaciones de las TIC a la medicina. Esta lista puede ampliarse aún más:

  • Educación a distancia.
  • Diagnósticos a distancia (telediagnóstico).
  • Teleasistencia para pacientes con movilidad reducida o ancianos.
  • Consultas a distancia entre médico y paciente o interconsultas entre médicos (teleconferencia).
  • Archivo digital de pruebas e historiales clínicos.
  • Sistema de receta electrónica.
  • Programas informáticos que avisan a los médicos de una posible interacción farmacológica cuando recetan un medicamento a pacientes que ya toman otro tipo de medicación (en algunos países, este sistema está integrado en el sistema de receta electrónica).
  • Información sanitaria a la población vía electrónica (redes sociales, alertas vía WhatsApp o SMS).
  • Portales de seguimiento de enfermos crónicos con recordatorios sobre medicamentos, recomendaciones, o en los que los propios pacientes pueden hacer preguntas a los profesionales médicos.
  • Seguimiento a distancia de ciertos parámetros físicos de los pacientes, como glucosa o tensión arterial, a través de dispositivos (wearables) conectados a teléfonos inteligentes u ordenadores, tanto para el seguimiento de pacientes (Apple HealthKit) como para recopilar datos para investigaciones (Apple ResearchKit).[3]

Se prevé que en los próximos años todas las ramas de la telemedicina se extiendan de forma extraordinaria, ya que son recursos que abaratan enormemente los gastos sanitarios, no solo para las instituciones que los ofrecen, sino también para los usuarios: se reducen las estancias hospitalarias, no se repiten innecesariamente pruebas médicas y disminuyen los desplazamientos tanto para médicos como para pacientes. También se agilizan las comunicaciones entre especialistas y una sola historia clínica centralizada puede consultarse desde distintos terminales, lo que da un acceso inmediato a toda la información médica de un paciente, cuyo tratamiento se puede abordar de una forma más integral.

Visto todo lo anterior, se comprende mejor que un sistema «completo» de telemedicina incluya la transmisión de audio, vídeo, imágenes y documentos, cuidando siempre la confidencialidad de los datos de los pacientes, uno de los problemas más importantes que presenta la telemedicina[4]. El almacenamiento de las historias clínicas también puede ser una valiosísima fuente de datos para los estudios epidemiológicos, aunque esto también puede plantear problemas éticos y de confidencialidad que, en muchos casos, todavía están por resolver. Otro posible obstáculo es la terminología normalizada que debe usarse en las historias clínicas: para que el sistema funcione de forma automatizada, todo el personal que lo utilice tiene que usar la misma nomenclatura.

Desde el punto de vista del traductor la traducción en este ámbito presenta ciertas particularidades, ya que incluye distintas especialidades: traducción médica, traducción técnica (telecomunicaciones y TIC), localización (en su doble vertiente: adaptación y localización de SW), desterminologización. En ocasiones, incluso traducción jurídica (descargos de responsabilidades, políticas de privacidad). También hay que conocer los sistemas de normalización terminológica, como SNOMED, CIE-10 y LOINC. Algunos programas de telemedicina exigen también un conocimiento amplio de los sistemas sanitarios de los dos países y sus posibles conflictos. Si a todo esto le añadimos que es un campo relativamente nuevo y que está avanzando continuamente, encontramos que el profesional que se dedica a este tipo de traducciones no solo tiene que conocer bien las características de los textos sobre tecnologías de la información y los textos médicos, sino que tiene que estar al día sobre todos los avances en este ámbito.

[1] Vergeles-Blanca JM. «La telemedicina. Desarrollo, ventajas y dudas», http://ferran.torres.name/edu/imi/59.pdf [consultado el 10 de agosto de 2016].

[2] Organización Mundial de la Salud. Cibersalud [Internet]. 58.ª Asamblea Mundial de la Salud; del 16 al 25 de mayo del 2005; Ginebra (Suiza). Ginebra Suiza: OMS; 2005 (resolución WHA58.28) [consultado el 9 de agosto de 2016].

[3] Terry K. «Health IT Glossary», CIO http://www.cio.com/article/2985044/healthcare/health-it-glossary.html [consultado el 11 de agosto de 2016].

[4] Júdez J, Nicolás P, Delgado MT, Hernando P, Zarco J, Granollers S. «La confidencialidad en la práctica clínica: historia clínica y gestión de la información». Medicina Clínica. 2002, 118(1) http://www.elsevier.es/es-revista-medicina-clinica-2-articulo-la-confidencialidad-practica-clinica-historia-13025016 [consultado el 17 de agosto de 2016].

Carmen Albaladejo Vivero*

* Carmen Albaladejo Vivero es licenciada en Filología Inglesa (1997) y Traducción e Interpretación (2011), ambos títulos cursados en la Universidad Complutense de Madrid. Es traductora, localizadora, correctora y especialista en control de calidad lingüística (LQA) de inglés y francés a español. Sus tres principales áreas de especialización son la ingeniería aeroespacial, las tecnologías de la información (informática y telecomunicaciones) y la medicina (dispositivos médicos, sistemas de telemedicina y guías de pacientes).

Dirección de contacto: carmen@worddeo.com

Web: www.worddeo.com

Twitter: @_carminaburana


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