Incentivar estilos de vida saludables, explicar la importancia de adquirir y mantener determinados hábitos relacionados con la salud, comprender y asumir una enfermedad, y cómo actuar ante ella son, entre otros, algunos de los objetivos que se persiguen con la elaboración de materiales destinados a la población general, pacientes, cuidadores y determinados colectivos. La paleta de recursos es variadísima: folletos, guías, cuentos, cómics, carteles, juegos, videos…
Por cierto, ¿han reparado alguna vez en la plétora y variedad de videos sobre temas de salud, en concreto de animación?
Hoy día disponemos cada vez más de videos de animación, en pleno auge por su potencial divulgativo y, sobre todo, educativo. Pero ¿quién los promueve?, ¿cómo acceder a ellos?, ¿a quién van dirigidos?, ¿en qué contexto se editan? Preguntas varias a las que el lector encontrará respuesta a lo largo de esta entrega.
Los videos de animación, que abordan todo tipo de temas relacionados con la salud, son obra de entidades tanto públicas como privadas, se puede acceder a ellos a través de sus páginas web o de buscadores de videos como Vimeo y, especialmente, Youtube, y sus destinatarios son mayoritariamente niños. Pienso, por ejemplo, en Dientín —video producido para la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía para la promoción de la salud bucodental—, en El profesor Abejorro —recurso creado para la Australian Diabetes Council con el fin de ayudar a los menores a comprender qué es la diabetes y a convivir con ella—, en Álex, no te rasques —simpático e instructivo video sobre dermatitis atópica concebido y dirigido por Kidekom—, en El Dr. Muelitas y la leyenda del reino de los dientes —del programa Sonrisas Brillantes, Futuros Brillantes de la compañía Colgate. Delicioso y divertido material sobre la importancia de adquirir hábitos de higiene bucodental y de mantener una dieta sana, que, sin duda, hace las delicias de los más pequeños— o, por citar uno más, en El Cuidado del oído puede evitar la pérdida auditiva —obra de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con motivo del Día Internacional de la Atención Otológica para educar a los chavales sobre la importancia del cuidado del oído—. Aun cuando la mayoría de los destinatarios de estos videos son niños, también se crean algunos destinados a la población general como, por ejemplo, Jacinto y sus amigos nos enseñan RCP —concebido para enseñar cómo ayudar a un adulto que ha sufrido una parada cardiorrespiratoria—, ¡Perfecto! (pon enlace a blog) —que explica de manera sencilla y didáctica el proceso de radioterapia en el IMOMA (Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias)— o los videos sobre la hepatitis C del Observatorio de la Hepatitis C. Pero, como decía, son los menos.
Los videos de animación cuyos destinatarios son los chavales y con los que se aspira a involucrar a padres, educadores y profesionales de la salud no se idean para su edición como mero material informativo o educativo y distribución de manera aislada, sino que se enmarcan en campañas de promoción de la salud o programas de educación médico-sanitaria y forman parte de otros materiales como fichas didácticas, folletos, cuentos, juegos, etcétera, para su difusión en colegios, centros sanitarios, consultas de especialistas, asociaciones de pacientes y distintas sociedades médicas.
Además de contribuir a fomentar la adquisición de hábitos saludables, a explicar una enfermedad determinada y ofrecer pautas para su control, al cumplimiento terapéutico, y a la integración escolar de los niños, los videos de animación, como ya expliqué en una entrada anterior, ayudan al desarrollo de las habilidades comunicativas de padres e hijos y, por ende, a la comprensión del lenguaje médico empleado en los centros de salud. Estas habilidades son, qué duda cabe, esenciales no solo para poder comprender los consejos y los tratamientos prescritos, sino también para formular las preguntas adecuadas, lo que convierte a este material educativo en un facilitador para la relación médico-paciente.
No cabe duda de que constituyen una herramienta eficacísima para promover la salud y educar a la población en temas médico-sanitarios, pues, además de las razones apuntadas, los mensajes que se transmiten a través de la imagen, como sostiene Salvador Casado, «quedan grabados en el cerebro de forma más potente que lo escrito y son más accesibles. Todo lo que sean fotos o vídeos llega más fácilmente».