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Channel: Sin categoría – Comunicación y educación en salud
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Los «poyaque», los «gadejo» y los SUH

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¿Han reparado alguna vez en la ingente cantidad de recursos de lo más variopinto concebidos para la promoción de la salud y la educación médico-sanitaria del paciente, por una parte, y en la escasez de herramientas destinadas a formar a la población en el uso correcto, racional y responsable de los servicios de urgencias hospitalarios (SUH), por otra? Y las pocas herramientas de las que disponemos no consiguen, a mi juicio, concienciar a la ciudadanía. Les invito a que accedan, por ejemplo, a los materiales editados en varias lenguas por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad sobre el uso adecuado de los servicios sanitarios y a que juzguen ustedes mismos.

Si al desconocimiento y al desinterés por parte de los usuarios de las consecuencias de un uso irresponsable de los SUH, le unimos la presencia habitual en estos servicios de los llamados «poyaque» y «gadejo», no ha de sorprendernos la masificación que sufren las urgencias hospitalarias.

En Diga treinta y tres. Anecdotario médico, José Ignacio de Arana describe con gracejo a estas dos especies tan reales como la vida misma:

             En el argot de los servicios de Urgencias hospitalarios existen dos tipos de pacientes cuya presencia es muy habitual. Son los llamados poyaque y gadejos.

             Un poyaque es aquel sujeto que llega a la Urgencia y al ser interrogado sobre qué le pasa, contesta de esta guisa:

             —He venido a ver a un pariente que está ingresado y pos ya que estoy aquí quiero que me vean unas molestias que tengo hace varios meses en una pierna (o en el estómago o donde sea).

             El gadejo es quien acude a Urgencias con un padecimiento a todas luces, incluso las suyas, insustancial o incluso inexistente, pero que exige una vez y otra —suelen ser recalcitrantes usuarios de estos servicios hospitalarios— ser atendidos de inmediato y con una solución para siempre. He de aclarar que el término gadejo utilizado para denominar a estos tipos es una síncopa de ganas de joder, de fastidiar al prójimo empezando por el personal sanitario, que es la única y última explicación que los médicos suelen encontrar en su intempestiva visita.

Poyaques, gadejos, desinformados y desinteresados no consiguen con su actitud sino contribuir a la sobrecarga de los centros hospitalarios y al aumento de los costes, entre otros perjuicios. Situación que pone de relieve la necesidad imperiosa de una intervención urgente en la mejora y el incremento de los recursos destinados a la educación del paciente en este terreno, y también, por qué no, la de «cobrar unos eurillos a cada paciente que viene a urgencias sin deber, casi simbólico pero sin duda efectivo», como sugiere, y con razón, Mónica Lalanda en Su moco no es una Urgencia: son 15€.

Blanca Mayor Serrano


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